jueves, 23 de octubre de 2008

Londres

La imagen penetraba en sus pupilas si ellas se esforzaban más de lo cotidiano. Era humo. Aún no podía develarse su procedencia, pero luego de algunos segundos el misterio concluyó. Era un cigarro el culpable de aquella escasa y artificial bruma. Decidida a cambiarle el rumbo a una rutina que la iba consumiendo de a poco como el fuego lo hacía con el tabaco y el papel, había abandonado su hogar para dirigirse a un bar, en soledad.
Durante las cuadras que caminó lo hizo bajo otro tipo de neblina, sensación que le traía a la memoria aquella capital a la que nunca pudo viajar. Esbozó una imperceptible sonrisa, que se acalló con la intromisión de la conciencia. Entonces, se puso a meditar en lo que había conseguido a lo largo de sus, para ella, largos años y en lo que todavía no había alcanzado, secundado por eso que cree nunca llegará.
Sin saber qué rumbo tomó, al mirar a su alrededor el ambiente había mutado: estaba sentada en una silla, mirando hipnóticamente aquel humo. Pero la atracción no provenía de ese gris aireado y airoso, sino de la mano que sostenía al responsable. Pero no lograba avistar el rostro. Así fue como, impedida a ver, se puso a pensar. Y cuestionó los velos que impiden llegar a las esencias. Recordó la niebla que oculta la ciudad, los ropajes del gentío, y los relacionó con el pánico.
Somos máscaras, sólo máscaras. Cuando tropezamos y una de ellas se derrumba, nada ocurre, pues debajo sostenemos otra. Si nos tomáramos al menos unos segundos para recorrer los espacios y rasgáramos con lentitud las paredes de nuestros edificios internos, descubriríamos que es sólo maquillaje. La ciudad adopta la actitud del hombre que la habita, es por eso que se esconde tras las nubes.
Ella lo había comprendido… ¿Y ahora? ¿Qué camino tomar? Dudaba. En “realidad” no creía poder vivir desenmascarada. Entonces, con más ánimo, sacó su labial y se dirigió rumbo al espejo más cercano.

3 Comments:

hormiga said...

Londres y su neblina constantemente nostálgica. Extraño el cielo bajo de la isla contigua. Extraño el contraste que hacen las nubes en un cielo de por sí, gris. Mas gris y gris oscuro. Nostalgia y romanticismo. Londres espera que Claribel esté, para ese entonces, lo suficientemente decidida para dejar en continente lágrimas lloradas y no lloradas.

hormiga said...

exijo up-date

UAV said...

Me imagine un bar, clientes fumandos, todos con mascaras, me imagine esa cituacion. Y cuando logre ver quienes eran esas mascaras, me di cuenta que eran de carne y hueso, no de plastico. Mascaras de carne y hueso, sera mi sonrisa una sonrisa? sera mi cara una cara? Me dejas tambaleando Claribel. Beso y perdon por mi tardansa. Y claro esta, un gusto leerla, cada parrafo es un escalaron mas, y cuando termina, es un salto a la nada.